No hay crimen perfecto, pero tampoco debería haber víctimas prevenibles
Columna de opinión
*Diego Alonso Ramírez Oyola
La captura en Cali de otro implicado en el atroz homicidio y desmembramiento del científico italiano Alessandro Coatti confirma una verdad innegable: no existe el crimen perfecto. La justicia puede tardar, pero llega. Sin embargo, la gran pregunta que queda es: ¿qué estamos haciendo para que hechos como este no se repitan?
El caso Coatti sacudió a Santa Marta y al país entero. Un científico extranjero, que llegó con la intención de aportar y explorar, fue víctima de una brutalidad que dejó cicatrices en la imagen de la ciudad. Hoy, con seis capturas en total, incluyendo la más reciente en Cali, se demuestra que el trabajo articulado entre Fiscalía, Policía e Interpol sí funciona. Hay un mensaje potente: quien delinque será alcanzado por la justicia.
Pero si bien las capturas son un triunfo, no podemos olvidar que la justicia no reemplaza a la prevención. El crimen ya ocurrió, la vida ya se perdió y la herida social ya está abierta. Cada operativo exitoso debería impulsarnos a reflexionar: ¿qué habría pasado si la prevención hubiese actuado antes? ¿Cuántos turistas, investigadores o locales podrían estar hoy a salvo?
La inseguridad expulsa y exilia
Santa Marta, con su riqueza cultural y natural, no puede ser recordada solo por crímenes. Sin embargo, la inseguridad ha generado que muchos prefieran irse, callar o vivir con miedo. No podemos permitir que la violencia nos exilie en nuestra propia tierra ni que expulse a quienes llegan con la ilusión de aportar. La seguridad no debe ser un privilegio, sino un derecho garantizado.
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La captura de este nuevo implicado debe servir para más que un titular. Es la oportunidad de preguntarnos cómo recuperar la confianza ciudadana, cómo blindar a nuestros visitantes, cómo enseñar a los jóvenes a no caer en las redes del crimen organizado. Necesitamos más educación, más prevención digital, mejor iluminación en calles, mayor cercanía entre la Policía y la comunidad, y, sobre todo, una política clara de protección al turista y al ciudadano.
La Biblia enseña que la fe sin obras está muerta. De nada sirve atrapar a un criminal si no sembramos la cultura de paz que evite la aparición de otros. Dios nos llama a actuar: a cuidar la vida, a prevenir el mal y a trabajar por una ciudad que inspire confianza y no miedo.
El mensaje de la captura es contundente: no hay crimen perfecto. Pero la verdadera victoria será cuando no tengamos que hablar de capturas, sino de vidas protegidas, de turistas que regresan seguros, de familias que no lloran víctimas. La seguridad no debe ser reactiva, sino preventiva. Ese es el reto que Santa Marta —y Colombia— tienen por delante.

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