El impuesto del miedo en el Caribe
Columna de opinión
Diego Ramírez Oyola
La extorsión se ha convertido en el pan de cada día para miles de comerciantes y ciudadanos en la región Caribe. Ya no es solo un problema de grandes mafias: es una red criminal que cobra a vendedores ambulantes, tiendas de barrio, mototaxistas y hasta pequeños negocios familiares. Es, literalmente, un impuesto del miedo.
Grupos como el Clan del Golfo, Los Costeños y otras bandas locales han tomado el control de zonas enteras, cobrando por “seguridad” que solo garantiza que no los maten. La tragedia es doble: muchos pagan no porque quieran, sino porque no confían en que el Estado los proteja. Y la verdad es que pocas veces lo hace.
En ciudades como Barranquilla, Santa Marta o Valledupar, el miedo manda. Quien no paga, arriesga su vida. Y quien denuncia, muchas veces termina solo, sin protección ni resultados. La extorsión ya no es solo crimen: es parte de la economía informal, de la rutina, de lo que muchos aceptan para poder seguir vivos.
La región Caribe no puede seguir tolerando este sistema paralelo de terror. Es hora de que el Estado deje de reaccionar solo cuando hay escándalos y empiece a actuar con inteligencia, prevención y justicia real. Porque mientras la extorsión siga creciendo, cualquier promesa de paz será apenas un espejismo.
Publica un Comentario