El 59° Festival Vallenato rinde homenaje a Rafael Orozco y al Binomio de Oro: una deuda saldada con el corazón del folclor

Han pasado más de 30 años desde que Rafael Orozco partió, pero su voz sigue viva en cada rincón del país. Este 2025, el Festival de la Leyenda Vallenata, en su edición número 59, salda una deuda histórica al rendir tributo al Binomio de Oro, agrupación que revolucionó el vallenato romántico y lo llevó más allá de las fronteras.

El homenaje, que sacude de emoción a toda Colombia, será dedicado a Rafael Orozco, Israel Romero y al Binomio de Oro de América, íconos que marcaron un antes y un después en la historia del género. La noticia ha despertado sentimientos profundos en fanáticos, familiares y en su tierra natal, Becerril, donde aún se le canta con amor a Rafa.

Este reconocimiento también revive la historia de Clara Elena Cabello, la viuda de Orozco, quien junto a sus hijas Kelly, Wendy y Loraine ha mantenido viva la memoria de un hombre que hizo del canto su misión de vida. Una leyenda que comenzó en una parranda de Aguachica, donde Emilio Oviedo lo descubrió y lo llevó a grabar su primer disco.

En el homenaje estarán presentes grandes voces como Jean Carlos Centeno, Jorge Celedón, Alejandro Palacio, Junior Santiago, Gaby García, Israel David Romero, Juan Piña, entre otros. Todos ellos han sido parte de esa dinastía musical que transformó el vallenato en poesía que viaja.

Uno de los nombres que más resuena es el de Jorge Martínez Fonseca, imitador oficial de Rafael Orozco y ganador de la primera temporada de Yo me llamo. Según rumores, Jorge estaría preparando su participación en el concurso de canción inédita del festival, con el objetivo de ser portavoz de nuevas generaciones de compositores. Su motivación no es un trofeo, es el vallenato como expresión cultural, como literatura cantada.

El legado del Binomio trasciende lo musical: representa dignidad, romanticismo, evolución y memoria colectiva. Desde la tarima del Parque de la Leyenda, pasando por la tumba en Jardines del Recuerdo en Barranquilla, hasta el coliseo donde Rafa dio su último adiós, la voz del amor sigue sonando.

En este festival no se honra solo a una agrupación, se celebra una identidad que canta, ama y resiste con melodía. Porque cuando el vallenato se canta con el alma, la historia no muere: se inmortaliza en canción.

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